lunes, 2 de diciembre de 2013

XV MEDIO MARATON DE JARANDILLA DE LA VERA

Al llegar a Jarandilla, con mis compañeros
Hacía ya tres años que no participaba en la prueba del Medio Maratón de Montaña de Jarandilla de la Vera. Y es que la montaña y yo estamos reñidos. A mi volumen, peso o como se le quiera llamar, se le une lo mal que me manejo yo entre rocas, regueras de agua, y, cómo no, sobre todo, subiendo, porque para mí subir es un suplicio.
Pero este año decidí acudir, había que correrla alguna vez más, pero sin ninguna pretensión en concreto, solo acabarla, solo cruzar la meta, y terminar con sensaciones que me mostraran que mi trabajo de cara a mi gran objetivo, el Maratón, va por buen camino.
Así, en una mañana algo fría, bastante fría, diría yo, porque era de las primeras de este otoño-invierno con las temperaturas bajas, nos encaminamos hasta un total de ocho corredores del Club Deportivo Navalmaraton a disputar esta carrera. Entre ellos, el incombustible Antonio Serradilla, que había corrido, hasta ahora, catorce veces esta carrera, es decir tantas como ediciones tenía la prueba, a la que quería unir su decimoquinta muesca.
Llegamos bien, tranquilos, y tras coger nuestro dorsal, y los saludos de rigor con los conocidos de muchas carreras, los amigos del Lanchacabrera, con los del CD Hispania, con Dionisio, y con tantos y tantos otros, nos fuimos a coger nuestras bolsas para acicalarnos para la carrera. Y allí, el mismo ritual de siempre, poner el dorsal, y aquí surge la primera duda, que hasta ahora, es cierto, no había acaecido, y era qué ponerse debajo de la camiseta de tirantes, camiseta de manga corta o de manga larga. Tras un intenso debate conmigo mismo, decidí ponerme la de manga corta, y acerté, el tiempo me lo dijo. Lo que no me faltaba eran los guantes, y la malla corta, además de calcetines de compresión. Así estaba preparado para la batalla; ¡¡¡Ahhh!!! Y mis inseparables gafas de sol.

sábado, 23 de noviembre de 2013

I MEDIO MARATON CIUDAD DE TRUJILLO

En la Plaza Mayor, antes de empezar
Una nueva prueba de medio maratón surgió al amparo de la cada vez más creciente afición que al running invade cada mañana, cada tarde, cada noche, cualquier camino, cualquier calle de cualquier localidad del país.
Y así, nace la I Edición del Medio maratón ciudad de Trujillo, que organizado por los corredores del club de aquella localidad, y la colaboración de la empresa Gamonal Eventos, tuvo lugar el pasado domingo. En una mañana que se despertó fresca, con el sol luchando por intentar asomarse por delante de las nubes que porfiaban para no dejarle hacer acto de presencia.
Y la mañana empezó rápida, más que nada porque me quedé dormido, por lo que tuvieron que esperar mis compañeros para que me pudiera ir con ellos. Así en el coche íbamos Eloy, Tomás, David y el narrador de esta historia. Viaje plácido, por otra parte, ya que la autovía facilita los desplazamientos. Llegamos y aparcamos el vehículo muy cerca de la línea de meta, justo al lado del poste que indicaba el kilómetro 21, es decir, estábamos a menos de cien metros de la llegada.
Fuimos a recoger el dorsal, y después a tomar un café, un zumo, a visitar al amigo Roca, cada uno a lo suyo, y a la salir a la calle, nuevamente, sí que nos dimos cuenta que el frío era importante, ya que el contraste con el interior del bar, te hacía ver que fuera la temperatura era baja. Pero, bueno, llegado el momento acudimos a cambiarnos, en el coche, a la intemperie, buscando unos rayos de sol que se dejaban adivinar. Mientras esto ocurría, veíamos como un autobús se dejaba medio embrague en una maniobra que parecía casi imposible, pero, al final, consiguió escapar del sitio, y salir indemne. Nosotros, a lo nuestro. Ya estamos vestidos, preparados para la faena, unos más abrigados, otros menos, y nos vamos para la zona de salida, a soltar las piernas, a correr un poco para entrar en calor, para que las articulaciones vayan entonándose y podamos rendir bien.
En estos momentos vemos a un tal ABEL ANTON, que pasa calentando con los chicos del C.A. Trujillo.
Tras unos pequeños trotes, ya nos situamos en la línea de salida, bajo el arco que señala el lugar de comienzo. Se da la salida, y todos a correr, más de trescientos corredores lanzados a por este objetivo, conseguir cruzar la línea de meta. La carrera se lanza cuesta abajo, por lo que hay que reservarse un poco, porque aún queda mucho. Yo voy buscando a Antonio, que, fiel a su costumbre, se ha colocado en primera línea de batalla. Eloy está a mi lado. Al fin, le cogemos y vamos para delante; giro a la derecha, y nos metemos por el interior de la población de Francisco Pizarro, por la antigua carretera que llevaba a Cáceres, buscando la Estación de Autobuses, y por ahí, salimos junto a la Nacional V, para volver a entrar por la misma calle que salíamos. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

EL CEREMONIAL


Tras una larga y agotadora jornada laboral, condicionada, como casi siempre, por las tiranteces con intransigentes, que solo critican lo que haces y dices, cuando ellos son los que son merecedores de los mayores reproches, y aderezada con otros especimenes que buscan amargar la vida de los demás, anoche, tocaba plegarse a una de esas reuniones ceremoniosas que tanto odio, o que tan poco me gustan, según se mire, y lo quiera interpretar aquel que acceda a este texto.
Y es que anoche, obligado por las circunstancias, debía enfrentarme a una cena en familia. Familia, un concepto que casi nadie sabe o puede definir, y cuyo valor se ha desvirtuado con el tránsito del tiempo, en esta nuestra sociedad cada vez más individualista, cada vez más egoísta, y cada vez más dada a placeres individuales, que a compartir encuentros en sociedad.
Y es que ante esta situación, cada uno debe proceder a abrir las puertas del armario de su alma, para ponerse el disfraz de la hipocresía, del cinismo, que hará posible acomodarse a la situación de estar rodeado de individuos a los que te unen ciertos lazos familiares, aunque pocos nexos de confianza, y en otros casos, hasta circunstancias inamistosas.
Los convencionalismos saltan a la palestra en estas circunstancias. Hay que ser educado, considerado, debes evitar el caer en provocaciones, no debes incitar a que nada altere la pretendida tranquilidad de este escenario, de esta situación, el barco debe navegar por aguas serenas.
Todos los que nos sentamos a la mesa en este evento, constituimos un catálogo de personajes dignos de ser radiografiados, uno a uno, y es que todos tenemos nuestros defectos, unos mayores, otros peores, y según preguntes a uno o a otro, te darán una respuesta totalmente diferente al anterior; pero yo no, no caeré en esa tesitura en este momento, y opto por seguir tomando una actitud camaleónica para que se observe como normal la situación.

domingo, 3 de noviembre de 2013

VIII MEDIO MARATON RIBEROS DEL TAJO

En plena carrera
Que cada carrera es un mundo, es algo innegable. Y si no que me lo pregunten a mí. Si hace dos semanas acabé muy contento, hoy la sensación no es la misma, pero no por toda la carrera, sino por el final. Pero vamos por partes.
Sin que sirva de excusa, que no lo es, decir que estas dos semanas por razones laborales, por razones meteorológicas, y por otras razones, los días de entrenamiento, habitualmente cinco, quedaron reducidos a cuatro la primera semana, y a tres, más la carrera, en esta semana, con dos días sin hacer nada, entre el último entrenamiento, el jueves y el domingo. Es decir, no todo lo que yo quisiera, pero es lo que hay.
Tras la derrota de mi equipo, el Real Madrid, ante el eterno rival la pasada noche, aderezada con tintes polémicos, unos cuantos compañeros del club nos encaminamos, desde nuestro habitual lugar de encuentro, la fuente del Poblado de la C.N.A., y tras el cambio horario, con la niebla acechando al pueblo, a la población de Malpartida de Plasencia, desde donde se daba la salida a la octava edición del Medio Maratón Riberos del Tajo, que finalizaba en el Parque Nacional de Monfragüe, concretamente en Villarreal de San Carlos, el pequeño enclave que hay en la entrada por el norte a este hábitat de especial belleza y singularidad.
Llegamos a Malpartida y ahí se observan los primeros cambios, y es que donde siempre se situaba la salida, ahora no iba a poder ser, porque se encuentra instalado el mercadillo, que funciona los domingos en este pueblo. Así que tras buscar aparcar en otro sitio un poco más alejado, y conseguirlo, haciendo caso omiso a la señal de prohibido el paso, nos fuimos hacia el Pabellón, donde se recogían los dorsales, y estaban situados los vestuarios y el ropero. Allí empezamos a congregarnos los corredores del club, y es que hasta trece íbamos a competir en esta mañana, que iba a ser despejada, y con una temperatura ideal para practicar nuestro deporte favorito, porque, aunque el sol estaba en lo alto, lo cierto es que los grados no eran mucho, y eso es importante, sobre todo en una carrera que es en carretera abierta, sin apenas resguardos.

jueves, 17 de octubre de 2013

XXVII MEDIO MARATON DE TALAVERA

Vuelta a la normalidad. A esa normalidad que me estaba acostumbrando, y que en la temporada pasada, fatídica para mí, parecía haber perdido.
Pero tras un verano intenso, con entrenamientos que han ido cuajando en mi físico, con una notable pérdida de peso (hasta seis kilos menos), hoy me enfrentaba a una prueba de fuego, importante, para mí.
 Y es que la XXVII Edición del Medio Maratón de Talavera, era esa piedra de toque que debía calibrar mi estado de forma, ese estado que tengo que ir asentando de cara a mi gran objetivo de la temporada, el Maratón de Gran Canaria, allá por el mes de enero.
Los entrenamientos me estaban dando buenas sensaciones, buenos ritmos sobre distancias importantes, y la cosa parecía ir bien. Pero el día antes, las dudas me atenazaban, parecía que las piernas me pesaban como troncos mojados, y la mente empezaba a actuar, haciéndome pensar que no iba a poder con la carrera.
Todos los acontecimientos de la semana, con algún que otro desengaño, con bastantes decepciones, podían llegar a influir en mi rendimiento final, ese era mi gran temor; por tal motivo, intentaba abstraerme de todo eso, para llegar en buenas condiciones, tanto física como anímicas, a la carrera.
Y así, amaneció la mañana del domingo, con algunas nubes en el cielo, y con una temperatura algo fresca, aunque es cierto que era temprano, las ocho de la mañana. Hasta la ciudad de la cerámica nos encaminamos Eloy, Fernando y yo. En la autovía, adelantamos el vehículo de Alberto Piedra, que iba con Juli y Gamonal, ya éramos unos cuantos del club los que íbamos a participar en la prueba.
Llegamos sin incidencia, y tras aparcar cerca de la línea de salida, nos fuimos a retirar los dorsales, y allí empezamos a saludarnos con compañeros del club, con otros habituales de las líneas de salida. El ambiente empezaba a bullir en la zona de salida. Nos fuimos a tomar un café, más bien se lo tomaron, yo con mi habitual ritual de tomarme mi zumo, después puesta del organismo a tono, y a enfundarnos en el traje de faena, de cara a la carrera; ungüentos, cremas, y a estirar y a calentar.

martes, 24 de septiembre de 2013

BUSCANDO EL MAR

No habrá tercera parte, no habrá reposición.
Ni llamadas nocturnas a tu buzón de voz.
No más impertinencias, ni siquiera un perdón.
Abriste diligencias, espero ejecución.

La mano abandona la cintura, lugar en el que reposaba durante largo tiempo, y, al inicio de la canción, empieza a subir por el costado, buscando el pecho de su compañera. Un beso en el cuello, fue el siguiente paso; María sintió como se erizaba el vello; la subida, el deslizamiento de la mano, convertido en caricia, la gustaba; después, su pecho sintió el contacto de su pareja. En un principio, en ese momento, la chica hace un leve intento, un tímido movimiento de su mano, para hacerle desistir, pero después, instantáneamente, aparece la excitación, y surge la rendición. En este momento, ladeó un poco su cabeza buscando aproximarse más a él. Contactaron ambas caras. Se besaron efusivamente, las manos se iban a partes del cuerpo que eran ignotas para ambos. La excitación de ambos era máxima; sus deseos, sus anhelos, estaban desbordados. Sentía como su pareja estaba completamente desbocada, que iba a ser difícil parar esta situación, que hacerle desistir iba a ser prácticamente imposible. Sabía que había llegado el momento, llevaban ya un tiempo, había complicidad, había amor, existía el deseo por ambas partes; pero lo que estaba claro era que éste, sin duda, no era el lugar. Algo le dijo al oído. Asintió con la cabeza, miró a la joven y detuvo su ataque. Después del concierto, habría tiempo, y todas las puertas se abrirían.

No aguantaré el paraguas en pleno chaparrón.
La historia hace aguas y soy mal nadador.
Que mientan los poetas cuando hablen del amor.
Que callen los cobardes como me callo yo.

Sabía que el final estaba cerca, que todo lo que había vivido hasta entonces, lo que había compartido con él, estaba próximo a su terminación. No soportaba la situación. Pensaba que el futuro tenía más puertas que abrir, más lugares que explorar; desde luego estar a su lado era estar recluida, sentirse una esclava; se estaba convirtiendo en la protagonista de una historia sin sentido, que no iba a ningún lado, percibía que su libertad, su expansión, había quedado reducida a la mínima expresión. No buscaba el momento para estar a solas con él, más bien lo evitaba; una excusa, un argumento, todo era válido para impedir esa situación. La sonrisa, la felicidad que si un día llegó a estar en la primera línea de la relación, hoy no dejaba de ser un lejano, un casi inexistente, recuerdo.  El contacto físico había desaparecido hacía ya tiempo, esa llama que denominan amor se estaba apagando, no había leña suficiente para avivarlo; ni la pasión, ni un beso, ni un abrazo azuzaban el fuego para que este no se consumiese; se habían convertido estos gestos en elementos ya desconocidos, ya perdidos. Notó la mano encima de su hombro, miró de reojo hacia ese peso que le molestaba, y con un leve giro, se quitó la mano de encima; él la miró, ella tarareaba la canción. Se acercó a ella para darla un beso, se llevó la copa a la boca. Pensaba, buscaba el porqué, cómo habían llegado a esta situación; intentaba preguntar a su corazón, que era lo que le había alejado definitivamente de él, pero no encontraba respuestas, hasta la memoria parecía aburrida, no quería recordar aquellos buenos tiempos, si los hubo alguna vez. Solo su alma tenía una decisión: el abandono, la huida, el hasta siempre. El final del concierto, significaría el final de la historia.  

lunes, 16 de septiembre de 2013

XI CARRERA POPULAR DE PERALEDA DE LA MATA

C.D. Navalmaratón, antes de empezar la carrera
Con las piernas algo resentidas del día anterior que, aunque es cierto, no fue una carrera en la que me entregara totalmente, siempre vas a un ritmo superior de lo que lo harías entrenando y siempre deja algo de huellas, sumado, además, al hecho que la carrera del día anterior fue por la tarde, acrecentándose con la circunstancia que dicha prueba tuvo un perfil exigente, y ésta iba a ser por la mañana, me enfrentaba a una nueva carrera, en este caso en la localidad de Peraleda de la Mata, a la que últimamente no suelo faltar, y en la que suelo subir al cajón en mi categoría. Así que pocas horas para descansar y recuperar.
Me levanté, desayuné lo de costumbre, porque no hago probaturas, y me fui con mi mujer, a buscar al amigo Alberto Piedra, para ir a correr la prueba. Alberto, se convertiría en protagonista de la carrera. La mañana, despejada, al principio fresca, fue tornándose en calurosa, con carga de humedad.
Tras inscribirnos la amiga Patricia que colaboraba en la prueba, fuimos a ponernos el traje de faena, y como un cicerone, fui a enseñar el circuito a Alberto, a Fran, y a alguno más, ya que el mismo había variado el año pasado con respecto a ediciones anteriores. Ahí, nos fuimos dando cuenta que el calor estaría presente en la carrera, en un circuito con poco resguardo del astro rey.
Al llegar a la plaza, ya estaban algunos compañeros más del Navalmaratón: Antonio Serradilla, Eloy, Fernando Pajares, Javi Moreno, que junto con el que esto escribe, Fran, Javier Rodríguez y Alberto, sumamos una buena nómina de miembros del club. En la plaza estaba el compañero Juan Carlos Alonso con su vástago. Y es que Juan Carlos es originario de esta localidad. Estaba vestido de calle, porque había estado de despedida de soltero y no iba a participar. Empezamos a hacernos alguna foto, y volvimos a calentar un poco más. Al instante, nos llamaron para irnos a la línea de salida. Y cuando estábamos todos allí, a mi lado me di cuenta que estaba Juan Carlos Alonso, vestido de corto, para competir. Al final, le entró el gusanillo; se iba a convertir en un buen compañero de fatigas para la carrera.
En plena carrera, con Juan Carlos
Tras las explicaciones de los organizadores, se da el bocinazo de salida y todos a correr. Por delante, salen dos corredores desconocidos, con Alberto, detrás de ellos. Dionisio, por detrás, y a su lado yo. Giramos la iglesia, una pequeña rampa y a partir de ahí comienza el descenso. Giro de casi 180º y salida a la carretera. La carrera se empieza a estirar. Me pasa Antonio, se quedan a mi lado Miguel, de Romangordo, y Juan Carlos Alonso. En plena recta, veo como Alberto pasa a dominar la prueba, se le ve fino, va lanzado, el que lleva el traje de triatlón detrás, después dos corredores del C.A. Almaraz, luego otros dos corredores más, Antonio, Dionisio, y después nosotros tres. Así está planteada la carrera. No pierdo de vista la referencia de Dionisio, pero no me lanzo a por él, porque el segundo tramo de la carrera es un poco en pendiente, y ahí podría pagar el esfuerzo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

I CROSS OLIMPIADAS SOLIDARIAS ASPACE

Con Eloy (centro) y Boni (derecha)
Hacía ya algún tiempo, tres semanas, en las que no competía en ninguna carrera. No pude asistir a la Milla de Almaraz por motivos familiares, y se presentó ante mí esta posibilidad, la del I Cross que se celebraba dentro de las olimpiadas solidarias a favor de la Entidad ASPACE, en Jaraíz de la Vera, el sábado 7 de septiembre, por la tarde.
Y en esta aventura me vi envuelto, y todo por colaborar con aquellos que están ayudando a un ser muy especial para mí, a la niña más hermosa del mundo, mi sobrina. El fin de esta carrera, colaborar con lo recaudado en la construcción de una residencia para personas con discapacidad en la localidad verata. Mejor destino no puede tener el dinero, máxime en estos momentos en los que los poderes públicos, esos que deben velar por todos los ciudadanos, dan de lado a los más necesitados y los más indefensos, y luego no se cortan en salir llorando porque no nos han elegido para hacer unas olimpiadas. Y es que algunos ya habían hecho el cuento de la lechera, y habían vendido la piel del oso antes de cazarlo. Que les den.

Pues a lo dicho, allí nos encaminamos el amigo Eloy y el que estoy escribe, en una tarde que se presentaba bochornosa y con nubes que tapaban la Sierra de Gredos, vislumbrando que cerca deberíamos andar de pillar una tormenta, como así se demostró. Pero vamos por pasos.
Una vez llegamos, y aparcamos el vehículo, accedimos a retirar los dorsales, y allí, en el interior del campo de fútbol, y en sus exteriores, se estaban celebrando diversas manifestaciones deportivas que se incluían dentro de estas Olimpiadas. Había fútbol 7, vóley playa y pádel, y en la pista de atletismo que circunda el terreno de juego, carreras para los niños. Toda una verdadera manifestación de deporte, lejos de las cámaras de televisión, de la publicidad, deporte de base, el de verdad, el de toda la vida.
En la misma puerta me encontré con el compañero Boni, vestido de calle, lo que me sorprendió, ya que iba a participar. Me indicó que se lesionó la tarde antes jugando al pádel, en la rodilla, y no iba a poder participar, pero estaba aquí para colaborar con los organizadores.
Allí, intercambio de saludos con los amigos del Lanchacabrera y el Hispania, que ayudaban en la organización de este cross: Susi Gil, Germán, Juanjo el Presi, Marcial, y otros tantos, así como otros amigos venidos de otros lugares con los que suelo compartir carreras, ritmos, circuitos: Paco Barquilla, todo un ejemplo con más de sesenta y cinco años, Dionisio, Antonio, y más. Se juntó José Ortega, que suele compartir horas de entrenamientos con nosotros, que vestía la elástica de nuestro club, ya éramos tres los que representábamos al Navalmaratón. En esta carrera tomaba parte, apoyando este evento solidario, PEDRO JOSE HERNANDEZ, de Torrejoncillo, gran corredor de carreras de montaña, vencedor en multitud de pruebas, y verdadero experto en esta difícil disciplina.

jueves, 15 de agosto de 2013

XIII CROSS URBANO DE ROMANGORDO

Antes de empezar la carrera
El pasado sábado, día diez de agosto, decidí acudir, nuevamente, al Cross Urbano que se celebraba en la localidad de Romangordo. Y digo nuevamente, porque el pasado año no participé. Pero en esta ocasión, opté por volver a correr en esta prueba, una carrera con la que solía abrir casi todas las temporadas de carreras, pero que en este año, con la prueba anterior de Pasarón, me he saltado esta regla.
Pues bien, hasta allí me encaminé con mi amigo y compañero Alberto Piedra. Durante el viaje le fui hablando sobre esta carrera, una prueba de gran tradición y solera en el atletismo popular de la zona, en la que han ganado grandes corredores, algunos de talla nacional. Le expliqué las partes más difíciles de la carrera, la subida del Pilón, la bajada dentro del pueblo, en fin todo aquello que yo conocía.
Por la hora de comienzo de la carrera absoluta, las 21’15 horas sabía que la carrera no se iba a encaminar, como los anteriores años, hacia el merendero, porque no habría luz, por lo que la carrera, debería hacerse por el pueblo, y así sucedió.
Pues bien, allí llegamos, aparcamos el vehículo, y nos encontramos con el amigo y compañero Fran González (alias Yango). Como teníamos tiempo de sobra nos encaminamos a inscribirnos, viéndonos allí con algún que otro corredor conocido de otras carreras, lo habitual en estas pruebas.
Al poco, llegó el presi, Antonio Serradilla, por lo que allí estábamos los cuatro mosqueteros que íbamos a defender los colores del club Navalmaratón. Hablando con los corredores del municipio, nos hablaron del recorrido propuesto, el que íbamos a hacer, un total de unos 6.300 metros y el planteamiento era un poco complicado, ya que primero se corría por caminos fuera del pueblo, y después se daban dos vueltas por el interior del pueblo, teniendo que realizarse unos trescientos metros para llegar a la meta, fuera del recorrido interno. Teníamos nuestras dudas que aquello pudiera resultar bien, pero, en fin, ya estábamos en la carrera, y fuimos a calentar, para ir soltando las piernas y entrar un poco en calor y sudar, lo cual no fue difícil, ya que la temperatura era bastante alta, pues rondaba los 35 grados, desde luego mucho para las horas que eran. Confiábamos en que a la hora de la salida, la temperatura bajara un poquito.

miércoles, 7 de agosto de 2013

V CARRERA POPULAR PASARON DE LA VERA

Comenzó la temporada 2013/2014 para mí. Después de tomarme un descanso durante parte del mes de junio, y de entregarme a entrenamientos durante el mes de julio, he llegado a este punto con sensaciones contradictorias, poco claras. Muchos días me ha costado salir, los ritmos no han sido los esperados. He salido casi todos los días, he hecho carrera a pie, he montado en bicicleta, más bien he hecho equilibrismo sobre dos ruedas, porque me defiendo fatal encima de la misma. 
Así que una vez ha llegado el mes de agosto, llegó el momento de participar en alguna carrera, para ver qué tal lo llevo. Y así, decidí acudir a la Carrera Popular que se celebró en la localidad de Pasarón de la Vera, una de las localidades más desconocidas para mí de la comarca verata, pero de una gran belleza… y una gran dureza el circuito. Pero vamos por partes. 
El sábado partí, junto con mi familia a Pasarón, pueblo de mi compañero Juan Pedro, para participar, por primera vez, en siete años, en una carrera del Circuito Popular de la Vera, en el que no participo porque las carreras son en junio y julio, meses en los que he decidido no participar, porque hay que descansar en cuanto a competiciones se refiere, porque el año se hace muy largo, y el cansancio, además de físico, psíquico, aparece. 
Pues lo dicho, después de llegar, hay que ir a inscribirse, y a saludar a los compañeros de fatigas, de carreras durante todo el año. Allí estaban Susi, Marcial, Dionisio, Antonio, los lanchacabreros, y otros tantos más. Saludos a uno, intercambio de palabras con otros. Y ya tengo el dorsal en la mano, cuando se me acerca a Alberto, quien ya está vestido para la batalla, pero yo aún sigo con ropa de paseo. Así que voy a cambiarme, a ponerme para la carrera. Ya tengo mi dorsal puesto, ya empiezo a calentar. 
Voy con Alberto, que me lleva a hacer el recorrido, advirtiéndome que el circuito es bastante duro. Empezamos a hacerle, y observo que, efectivamente, la mayoría es en ascenso, poco tiempo para el descanso, zonas adoquinadas, calles estrechas, giros repentinos, y después de una larga bajada, acceso a un puente, y llegada al punto más duro de toda la carrera, del circuito, la subida a una iglesia, son tres tramos unidos por otras tantas curvas que no dejan ver lo larga que es, pero que las piernas van sintiendo a cada zancada. Después un descenso, continuado, curvas de noventa grados y salida a la carretera, único tramo en el que se puede correr. Damos dos vueltas al circuito, tiempo en el que los improperios hacia el que diseñó el mismo salen a borbotones.

sábado, 29 de junio de 2013

SE VENDE

La mañana empezaba a hacer acto de presencia en la calle, estrecha, recta, donde se agolpaban, adosadas unas a otras, las viviendas, todas iguales, con la misma fisonomía.
La casa, que permanece cerrada desde el comienzo de la vida en la urbanización, levantó, a modo de guiño una de sus persianas, y allí aparecía el cartel, llamativo, presente, con la leyenda SE VENDE.
La gente se empieza a echar a la calle, para ir a sus tareas, a sus trabajos, a sus quehaceres. El primer vecino que pasa por delante de la casa, Serafín, no puede evitar mirar hacia la ventana y observa el cartel, “¿qué habrá ocurrido?, ¿porqué llegan a esta situación?, si aquí se vive de maravilla”. Al momento se acerca Visi, la vecina de la tercera vivienda y se queda mirando, junto al anterior, e inician la obligada conversación.
- Claro, si es que no puede ser, quien mucho abarca, poco aprieta, apunta Serafín, han querido vivir por encima de sus posibilidades, y ahora se han dado cuenta.
- Pues para mí, dice Visi, que se van a separar, yo no los veo a los dos juntos, siempre viene uno u otro, por separado, y nunca a la vez, y como ya no les interesa, pues eso la venden y cada uno por su lado.
- No, hombre, que sí, que van juntos, que los he visto yo, que los que les pasa es que no pueden hacer frente a los gastos y se la tienen que quitar del medio.
- Podría ser, pero, vamos, que te digo, que después de esto, cada uno por su lado, si no al tiempo.
Cada uno se marcha en busca de sus menesteres, cada uno con sus ideas.
El vehículo se adentra en la estrecha calle buscando su vivienda, al llegar a la altura de la vivienda portadora del cartel, reducción de velocidad, y a quedarse, pasmado, mirando el anuncio. Un giro de mirada sirve para poner recto el coche que buscaba colisionar con el bordillo de la izquierda. Cuando entre en su casa Fernando, ya tendrá conversación con su mujer.
La noticia va trascendiendo, y al final de la tarde, ya se da por conocida la noticia en todo el vecindario, y así, las elucubraciones van creciendo en forma exponencial.
Por la noche, aprovechando la bonanza del tiempo, se inician los paseos de los vecinos, se empiezan a juntar, y ahí vuelve a surgir el asunto principal de la jornada, la venta de la vivienda número 9, la de Arturo y Magdalena, la del matrimonio de operarios textiles que se embarcó en la adquisición de una nueva casa.

martes, 4 de junio de 2013

I CARRERA "LA DEHESA EXTREMEÑA"

Llegando a meta
Una vez recuperado de mi lesión, una molesta lesión, que me afectó al abductor y no me dejaba moverme y, sobre todo, entrenar, al final pude sacar dos semanas para hacer algo de entrenamiento, eso sí con algo más de peso, y con unas sensaciones cada vez más pesadas.
Esta temporada se tiene que acabar pronto, porque ha sido una temporada, de verdad, horrible, con muy malas sensaciones en todo momento, con muy pocos momentos gratificantes. No sé si habrá sido la cantidad de cambios que ha habido en mi vida en esta temporada (cambio de vivienda, modificación de horarios de trabajo), o una menor predisposición a trabajar en los entrenamientos, a sacrificarme, el caso es que ha habido momentos en los que mejor abandonar, no seguir adelante, y esperar que volvieran las ganas.
Pero no, uno es cabezón, y aún sabiendo que voy a pasarlo peor que mejor, me he ido presentando a carreras, en las que siempre he tenido tentaciones de echarme a andar, y, en algunos casos, incluso, de abandonar. Al final, sin embargo, con la inercia, con la resignación, he conseguido llegar a la meta, sin detenerme, sin andar. Las sensaciones en ese momento, cuando cruzo la meta, son de derrota, de no haber estado como yo quisiera, no hablo de marcas, de resultados, sino de alcanzar esa satisfacción cuando cruzo la meta, y no me he parado a pensar, que, aún sigo entrando bastante delante en las pruebas.
Espero que este momento, difícil, se pase, y consiga encontrar nuevamente las motivaciones que me han faltado en esta temporada. Haciendo uno memoria, recuerdo en el final de la temporada 2010, en la que lo dejé allá por el mes de marzo, y cuando volví, conseguí mi mejor marca en el maratón. Ojalá se repitiera esa situación. Quién sabe.
Pues lo dicho, con estos entrenamientos, se abría ante mí un nuevo frente, una nueva carrera, una que organizaba el amigo Miguel Ángel Gamonal en Navalmoral de la Mata, la I CARRERA “LA DEHESA EXTREMEÑA”, que iba a tener su campo de operaciones, y nunca mejor dicho, en la Dehesa Boyal del municipio, situada junto al Polígono Industrial y la ciudad deportiva de Navalmoral. Precisamente en su pista de atletismo, algo deteriorada, y poco cuidada, a pesar de la inversión que en su día se realizó, iba a tener lugar la salida y llegada de la prueba.

domingo, 26 de mayo de 2013

MEMORIAS OLVIDADAS

La puerta consiguió ceder al impulso definitivo de mi mano. Siempre que la humedad hacía acto de presencia, ésta se agarraba al marco como un novio a su amada, y tan solo la fuerza bruta de un buen golpe, o un empujón, hacía que, finalmente, consiguiera abrirse. 
Allí estaba, dentro de la casa, donde mi padre vivió sus últimos años, en soledad, desde que Benita, su esposa, su compañera, mi madre, le abandonase víctima de aquella cruel enfermedad, que la tuvo postrada en una cama, más de tres largos e inagotables años, en los que mi padre, día tras día, noche tras noche, siempre estuvo a su lado. Su sonrisa cuando se despidió de él, es muestra más que suficiente del agradecimiento y del amor que le profesó por esta entrega sin contrapartida, totalmente altruista. 
Ayer, mi padre, acabó pasando las puertas de una residencia geriátrica. Sus recuerdos, su memoria, iban desapareciendo de su cerebro; por más que quisiera, por más que luchara, todo se olvidaba, nada se recordaba, la propia imagen de su mujer, de su amor, fue desapareciendo paulatinamente, despiadadamente, de su cabeza. 
La imposibilidad de poder atenderle, como él se merece, por todo lo que ha hecho en esta vida, por su incansable entrega, por sus horas y horas peleando en el campo, contra la climatología, quitando horas de su sueño, de estar con nosotros, para poder darnos el futuro que hoy tenemos, ha hecho que tengamos que tomar esta dura decisión. Solamente nos reconforta el saber que será atendido correctamente, que todo aquello que necesite lo tendrá a su alcance. Las visitas no faltarán, siempre estaremos ahí, se lo merece. 
La casa tenía el orden de mi padre, de un hombre, que cuando ya se retiró del campo, cuando dejó la vida rural, y se metió en su casa, con su esposa, gustó de la tranquilidad, de vivir bien, de pasear, de salir, de conocer lugares, siempre con su mujer. Hasta que el discurrir de la vida, le obligó a quedarse en su casa. Se tuvo que hacer cargo de toda la intendencia de la vivienda, no quiso que nadie le ayudase, él debía saber hacerlo y a fe que lo consiguió. Nadie le pudo poner nunca una tacha por algo que le faltase. 
Solo esta lenta condena a la que su cerebro le ha condenado, hizo que se fuera desentendiendo de todo lo que le había caracterizado, pero en los momentos de lucidez, cuando volvía a ser él, D. Remigio, la casa volvía a convertirse en su imagen, pulcra, ordenada. 
Había que recoger todo, limpiar lo que no estuviera limpio, muy pocas cosas; tirar todo aquello que no sirviera, dejarlo todo preparado. Hasta que él no faltase no se iba a decidir nada sobre aquella vivienda, sobre su futuro. 
Me encontraba allí, en aquella vivienda, en nuestra vivienda solo, sin nadie, oliendo, respirando, los recuerdos que aún perduraban, el recorrido de una larga vida, porque esta fue la única casa que mis padres tuvieron, en la que nacimos y vivimos todos, hasta que poco a poco, por un motivo u otro, de una forma u otra, fuimos saliendo de la misma, unos, los hijos, con destino a hacer nuestras vidas, otros con destino al descanso definitivo, mi madre.
La casa, de campo, situada a las afueras del pueblo, era grande, con techos altos, que lucía paredes siempre encaladas en blanco. Vestía el salón una gran chimenea, que en invierno daba calor a toda la estancia; al lado, y desde hacía unos años, se levantó un muro, con una puerta, por la que se accedía a la cocina; allí había una  puerta que salía a la parte de atrás de la vivienda, donde, en tiempos, hubo varias gallinas, y algún que otro cochino, que acababa, por el mes de diciembre, convertido en carne para el invierno para toda la familia. Desde la cocina, a través de una ventana, se alcanzaba a ver la tierra que mi padre trabajó, a lo largo de su vida, hasta que ya, cansado, hastiado, y con la satisfacción del deber cumplido, decidió abandonar. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

ESCRACHE

Aquí os dejo un artículo publicado por Javier Gallego, relativo a la consideración que él tiene sobre los escraches, pero sobre aquellos que a diario nos realizan las clases políticas, con sus decisiones, con sus actuaciones, que están hundiendo más y más a los ciudadanos de este país.

Nos habéis perseguido a todos. Primero fuisteis a por los jubilados pero como vosotros tenéis la jubilación asegurada, no os importó hacerles daño. Después fuisteis a por los enfermos, los discapacitados, los dependientes y como vosotros no tenéis problemas de dinero, no os importo cargar a las familias con un peso que no pueden soportar. Entonces fuisteis a por los funcionarios, los médicos, los profesores. Fuisteis a por nuestra sanidad y a por nuestros colegios porque vosotros tenéis los vuestros asegurados. Protestamos y no os importó enviarnos a los antidisturbios a que nos hicieran daño.
No os importó que hubiera millones de parados y fuisteis también a por ellos. Les quitasteis un pedazo de lo poco que les queda y les gritasteis que se jodan en mitad del Parlamento. Y empezasteis a jodernos a todos los demás, a la cultura, a los mineros, a todos los contribuyentes. Fuisteis a por todos nosotros y no os importó hacernos daño para no hacérselo a los vuestros. Los bancos vinieron a por nosotros y vosotros nos quitasteis los cuatro cuartos que nos habían dejado en los bolsillos. Ellos nos robaban, vosotros hacíais negocio con nuestro dinero. Volvimos a protestar y nos disteis la espalda de nuevo.
No queríais ver cómo la gente saltaba por las ventanas o se colgaba del cuello. Los bancos que nos habían puesto la soga iban a por los que menos tenían y les dejasteis hacer. Dejasteis que se aprovecharan con las preferentes de los más indefensos y vulnerables y jamás perseguisteis a los timadores. Dejasteis que algunos se quitaran la vida angustiados por su desahucio. Les empujasteis al vacío sin mover un solo dedo y permitisteis que pelotones de policía siguieran sacando a la gente de sus casas a empujones. Podríais haberlo evitado pero seguíais mirando para otro lado.

domingo, 12 de mayo de 2013

CUENTO (CASI) IMPOSIBLE IV

        Si uno se sorprendiera de las cosas que a uno le ocurren, quizás en otros momentos no daría importancia a situaciones, a hechos que no han lugar.
El sol había decidido mitigar el implacable acoso que sobre el asfalto sometía a todo aquel que se atrevía a salir a la calle. Las sombras eran espacios privilegiados, el sudor resbalaba por los cuerpos, el frescor de una bebida, inmersa en hielo, reducía, por momento, la sensación térmica, el calor.
Era sábado, por la tarde, y por haber estado toda la jornada metido en casa, bajo las cuatro paredes de mi vivienda, al refugio de la implacable solanera, ahora no tenía otra opción que la de tener que salir a comprar, porque si no, el fin de semana iba a tener pocas vituallas en la nevera con las que poder hacer frente a toda la semana, porque, debido a mi jornada laboral, larga, intensa, por mor de una decisión más que cuestionable, tanto desde el punto de vista legal, como moral, de mi excelso jefe, entre semana me era imposible hacer las compras que debía hacer. Y solo los sábados, debido a la amplitud de horarios de los centros comerciales y supermercados, me permitían hacer la compra con más tranquilidad, pero claro, esa tranquilidad se tornó ansiedad, ya que las horas iban cayendo en el reloj, y yo sin hacer el acopio.
Ahora era el momento, no había excusas, debía hacerlo, debía salir a realizar el aprovisionamiento, y tras una ducha, con la que salí algo más fresco, me puse ropa de bonito, y salí a la calle. Allí estaba mi vehículo, debajo de unos árboles, me daba pena moverlo ahora, porque este espacio que daba la espalda al sol, sería rápidamente ocupado por otra persona, que colocaría su automóvil en el lugar. Pero es lo que tocaba en este momento, intentaría, después, aparcar en otro lugar que también ofreciera resguardo del Lorenzo en las horas más intensas de la jornada. Eso sería otra batalla.
El coche, a pesar de estar en la sombra, era un buen receptor de calor, y el interior olía a calor, a temperatura alta, a una sensación que te impregna de sudor, según te metes en él. Así que lo primero, arrancar el coche y activar, prioritariamente, el aire acondicionado, a máxima potencia, buscando refrescar, a la mayor velocidad posible el interior. Pero lo que se recibe nada más empezar es un fogonazo, un golpetazo de aire caliente, que sacude todo el habitáculo. Después, poco a poco, el aire frío va saliendo, las manos se ponen junto a la rejilla del aire buscando ese frescor, que no frío, que vaya relajando la situación. Ya parece que el coche se va enfriando, cojo un pañuelo y limpio el sudor que corre por mi frente, abandonando el aparcamiento, lanzándome a la lengua de asfalto que me ha de llevar al Centro Comercial, al Supermercado. Casi ningún vehículo transita a estas horas por las calles, la localidad está recogida en las casas, en la sombra. Otros han buscado el solaz y la relajación de la piscina, donde el agua de la gran bañera ayudará a relajar la sensación de esa alta temperatura que está machacando en estos días a la zona. Desde luego, calor, lo que se dice, calor, un montón el que hace.

domingo, 5 de mayo de 2013

XXVIII CARRERA POPULAR OROPESA

Entrando en meta

Esta temporada está a punto de acabar para mí, y espero sea pronto, porque está siendo un período con demasiados altibajos, más bajos que altos, con una carga de historias que no me han dejado rendir como pienso debería hacerlo, pero aún así he seguido compitiendo, participando en las carreras, y, sobre todo, sufriendo, y mucho, en casi todas las pruebas en las que me he presentado.
Se salvan escasas carreras en las que he corrido bien, en las que he tenido buenas sensaciones.
Y es que no parece servir para nada el realizar buenos entrenamientos, para que luego llegues a una carrera, y te sientas derrotado, cuando llevas poco tiempo corriendo, cuando la prueba se te hace excesivamente larga, cuando cualquier subida es un obstáculo casi insalvable para ti, cuando ves una bajada y no te lanzas, porque piensas que te vas a desgastar demasiado. No encontrar el ritmo, no encontrar el momento de lanzarse a correr.
Ese es el resumen de toda esta temporada, de las competiciones, de las pruebas en las que he participado, una lucha entre el querer correr, y las escasas prestaciones conseguidas.
Pues con todas estas premisas, pero con moral, porque pensaba que los entrenamientos realizados últimamente habían sido buenos, me decidí por inscribirme en una nueva carrera para mí, aunque ya llevase veintiocho años realizándose, la Carrera Popular de Oropesa, que se celebraba el día uno de mayo en la localidad toledana.
Hasta allí nos desplazamos unos cuantos compañeros, Alberto, Fran, Fernando y el que hace esta crónica. Allí, ya nos esperaba Eloy, y luego llegarían Juli y Miguel Gamonal. Llegamos con tiempo, aparcamos relativamente cerca y nos acercamos a recoger los dorsales, donde se pusieron un poco estrictos para entregarnos los mismos, ya que sin carnet no nos lo daban, y aunque alguno no llevaba identificación, al final lo conseguimos. Si nos pusiéramos igual de estrictos en el Medio Maratón, tendríamos que ponernos a entregar los mismos a las seis de la mañana, … en fin, es lo que tocaba. Pero bueno, volviendo a la carrera, se iba a celebrar con una mañana fresca, nublada, que había dejado sentir alguna gota, mínima, pero no daba la sensación que fuera a llover.
Tras tomar un café, y poner a tono nuestros organismos, nos fuimos a cambiar, y a colocarnos el dorsal de cara a la carrera, de prepararse para la batalla.
Entre unas cosas y otras, se fue pasando el tiempo, y aparecimos en la plaza, donde estaba el amigo Juli, quien nos hizo una foto a los cuatro que estábamos por allí, para la posteridad. Después, a calentar un poco, y vimos que la salida llevaba a una cuesta larga, la carrera tenía todas las trazas de ser entretenida, y a fe que lo iba a ser.
Ya nos desplazamos para la salida, y en la línea, cual portero de discoteca, un miembro de la organización, nos iba pasando un lector de código de barras, y después nos ponía un sello, ya estábamos marcados para la lucha. Allí, en plena línea de salida, me encontré con Boni, que estaba también para la carrera. Eloy se acerca para decirme que va a intentar seguirme.

jueves, 18 de abril de 2013

MARTIN, KRYSTLE, LU


Martin, Krystle, Lu, igual que yo, muchísima gente no os habíamos llegado a conocer, y hoy, desgraciadamente, todo el mundo, todos, sabemos quienes sois. Porque aunque os hayáis ido, seguiréis estando entre nosotros.
La mañana del lunes, fuisteis, a la zona de llegada del Maratón de Boston, a esperar a vuestros amigos, familiares, o, simplemente, a ver la carrera, impregnaros del esfuerzo de miles de hombres y mujeres, que enfrentados a la mítica distancia, estaban consiguiendo su reto, cruzar la línea de meta de la carrera de maratón más antigua del mundo. Quizás, Krystle, Lu, quien sabe, algún día podríais haber soñado con enfrentaros a la distancia. Quizás, Martin, tú, pequeño, inocente, tu ilusión de ocho años, tu sueño de niño, era entrar el próximo año con tu padre en la meta, de llevar la medalla que se ganaría, de tener esa foto cruzando la llegada con él, de sentirte importante.
Pero esa mañana, esa jornada, se iba a convertir en desgraciada, ibais a pasar a ser los tristes protagonistas de la prueba; ya no importa quién ganó, cuánto tardó, cuántos corrieron, cuántos llegaron, lo único, desgraciadamente, que se recordará de este Maratón, de este día, es el momento en que uno o varios desalmados, personas sin sentimientos, colocaron unos artefactos que destrozaron, que segaron vuestras vidas, vuestras ilusiones, de raíz.
A otras personas, a otros niños, a otros adultos, los han dejado marcados para siempre, en forma de amputaciones, secuelas, recuerdos, que jamás se borrarán de la memoria.
Yo también soy corredor de maratón, mi familia me ha estado esperando en las gradas, cerca de la línea de llegada, he sentido los aplausos del público, de la gente, cuando cruzo la línea de meta, se me han saltado las lágrimas en algunas carreras, especiales para mí, y también he cruzado la meta de alguna carrera con mis hijos. Sé de la alegría que significa que valoren tu esfuerzo, en forma de aplausos, de ánimos, sé de la satisfacción de cumplir el objetivo marcado, sé del orgullo que representa para un padre finalizar  con sus hijos.

miércoles, 17 de abril de 2013

VII MEDIO MARATON DE CACERES

Con el equipo, antes de empezar
Terminé antes de tiempo una semana con unos entrenamientos nada buenos, con una sensación de cansancio muy alta, como que no pudiera, por lo que decidir descansr viernes y sábado, buscando que el cuerpo se recuperase, para afrontar una nueva carrera; y con este bagaje, me fui a la séptima edición del Medio Maratón de Cáceres. Pero esta sensación de cansancio, más las altas temperaturas que se registraron el domingo, hicieron que la prueba fuera un martirio para mí. Pero vamos por partes.
El jueves al salir a entrenar, observé que no iba muy bien, que estaba cansado, que las piernas no iban como yo deseaba. Las semanas anteriores había ido mejor, y esta, precisamente ésta, iba a ir peor, justo cuando iba a competir, manda narices. Decidí descansar, con la idea de que me pudiera recuperar, pero ni por esas. Un breve paseo el sábado por la tarde debería valer para haber activado las piernas para el domingo.
Iniciamos el viaje, temprano hacia la capital provincial, Antonio Serradilla, Manolo, Güito, Alberto Piedra, Tomás y el que esto escribe, y llegamos sin ningún tipo de sobresaltos, encontrando aparcamiento tras dar un par de vueltas. Después, a la Plaza Mayor, a por el dorsal, y a irse impregnando del ambiente de la prueba, aunque cuando llegamos aún había poca gente, por lo que tardamos escaso tiempo en coger el número que nos identificaría durante la carrera. Después, marchamos a tomarnos un café, sentados tranquilamente en una terraza de las que miran a la plaza. Allí sentados, ya observamos que lo del calor no era ninguna broma, y que iba a ser un ingrediente importante en la carrera. Saludos con los compañeros que estaban allí esperándonos en la capital, Juan Carlos, Jaime, José Luis, Fran, Nicanor; fotos con el grupo, y a terminar de cambiarse. Nos acompañaba en esta carrera el amigo Eloy García, que iba a debutar en la distancia, y en el tema de las carreras populares.
Por cierto, en esta carrera, estrenábamos nueva equipación, los colores, pantalón azul y camiseta de color granate, no es lo más adecuado para un madridista como yo, pero bueno, es lo que hay.

viernes, 5 de abril de 2013

DESAMOR

Habían salido a tomar un café y, después, se fueron con unos amigos. La había notado algo rara, podrían ser los exámenes. No hubo apenas complicidad entre los dos en toda la tarde. Una vez se fueron los amigos, ya quedaron los dos, fue entonces cuando María le dijo que se había acabado, que la vida a su lado ya no era entendible, que la habían exprimido muy deprisa y que ya no quedaba ninguna gota. No pidió explicaciones, el aturdimiento no le dejaba, miró a todos los sitios, menos a ella. Dejó el vaso encima de la barra, soltó un billete y se fue. Salió del bar, el aire húmedo del atardecer, sacudía su cara. Su vida se desmoronaba por momentos; la que parecía una relación para toda la vida, acabó esa tarde.
Pensaba que todo moría en ese momento, no servía para nada lo anteriormente vivido. Los años que llevaba con María habían sido una apuesta a ganador, a la ilusión par toda la vida, pero todo había desaparecido en ese momento. ¿Qué sería de su vida de ahora en adelante?, ¿dónde iría a caer su corazón?, si es que alguna vez encontraba un lugar donde descansar. Cruzaba por el puente de la circunvalación, el puente que separaba su pasado de su futuro, su presente estaba ahí, no quería mirar para atrás, aterrorizado pensaba en el futuro. Se detuvo, miraba los coches que pasaban a gran velocidad, como sus recuerdos, sus momentos de felicidad, su vida. Todo lo que había dejado a lo que había renunciado. El móvil, el anillo, la pulsera, fueron arrojados a la calzada, los coches que pasaban machacaban los recuerdos. Las fotos, en mil pedazos, volaban al aire, el pasado se iba perdiendo.
La noche hacía acto de presencia, y todo era un andar sin saber dónde, miraba arriba, miraba abajo, pasó por el parque. Allí, aunque él no quisiera, notaba la presencia de parejas, refugiadas en la penumbra que daban las farolas del lugar. Estaban besándose, abrazados, recostado uno sobre el otro, viviendo su amor con frenesí, como él también lo había hecho en multitud de ocasiones. Las lágrimas se resistían a quedarse en los ojos y, de vez en cuando, brotaba alguna.

lunes, 25 de marzo de 2013

III CROSS CAMINO DE LA ERMITA DE LA DEHESA

(De izq. a dcha.) Alberto, Agustín, Antonio y Faustino
Hasta Jaraiz de la Vera, encaminé esta vez mis pasos. Allí se celebraba la III Edición de su Cross Camino de la Ermita de la Dehesa, y en el que el año pasado participé, guardando un grato recuerdo, por lo que decidí repetir. Este año, presentaba la novedad de un cambio de un tramo del recorrido, para evitar el salir a la Carretera, y a fe que el cambio se notó, y de verdad. Pero vamos por partes.
Tras las últimas e intensas lluvias que están dejándose notar por toda la geografía española y, lógicamente, por aquí, los caminos para entrenar estaban vedados, teniendo que buscar alternativas por asfalto, más duro para las articulaciones, menos gratificantes para el corredor. Las fotos que los amigos del Lanchacabrera, organizadores del evento, colgaban del recorrido, hacían ver que si seguía lloviendo iba a ser movida la prueba, y de verdad que lo fue.
Para rematar la faena, el viernes jarreó agua de verdad, por lo que toda esperanza que el recorrido estuviera más o menos asequible se fueron diluyendo. De todas formas, empecinado en correr, hasta allí me encaminé con Alberto Piedra, mi hermano Agustin y Antonio Pintado, los cuatro en el coche, camino de una carrera que prometía. El cielo se presentó con buenos presagios, con sol a primera hora, cuando partimos, pero según íbamos acercándonos a la Comarca de La Vera, las nubes iban ganando terreno. Tras aparcar, cerca del lugar de salida, nos encaminamos a coger los dorsales. Allí saludos y abrazos afectuosos con muchos de los integrantes del Club Lanchacabrera, buena gente, y después a ponernos el traje de faena, dispuestos para la batalla. Fotos para guardar un recuerdo imborrable, en imágenes, aunque luego también lo llevaríamos en toda la indumentaria.
Ya, tras soltar un poco las piernas, nos encaminamos a la salida neutralizada, que no es otra cosa que salir desde la Iglesia de Santa Ana, hasta el lugar de salida real de la carrera, que es en la Fuente de San Miguel, o de los cuatro caños. Allí, vamos observando que el tiempo se va torciendo un poquito más, y ya nos avisan que el trozo nuevo va a ser movidito de verdad, y nos recomiendan que nos traigamos unas zapatillas para cambiar. Menos mal que ya lo había previsto.

miércoles, 13 de marzo de 2013

LA AVERIA


El tren transitaba por los raíles de forma monocorde, el traqueteo en los vagones se dejaba notar al pasar por las nuevas vías. La noche era dominante; una luna redonda, blanca, brillante, iluminaba el firmamento.
El tren se desvía por la antigua vía, casi en desuso, y la locomotora se para, detiene su estridente ruido, el motor deja de sonar. Las luces se vienen abajo. Todo es intranquilidad por la incertidumbre del suceso. Alguna voz se deja oír, algún grito se lanza al aire. “¿Qué pasa?”, vocifera uno. Al instante sube un hombre de uniforme. Vagón por vagón, cuenta lo mismo: una avería en el sistema eléctrico ha obligado a detener al convoy y se desconoce el alcance real de la misma. No se sabe aún la solución a tomar, ya que todo depende de la importancia del percance, y tampoco se conoce cuándo se dará la solución definitiva, dadas las horas que son.
La gente baja paulatinamente del tren. Al menos, es verano, y aunque son casi las tres de la madrugada, se puede estar a la intemperie. A los pocos minutos, las luces de la vieja estación ya están encendidas. Parece ser mucho más temprano por la animación existente. Al instante, la cantina se pone a funcionar, recogiendo a todos los viajeros que han sufrido el contratiempo.
Estoy aún ligeramente dormido. El Jefe de Estación me despierta, me incorporo, me cuenta lo sucedido, busco mi libro, lo encuentro, se halla caído en el suelo. El sueño me venció y la lectura se detuvo. Toda la historia, con sus sentimientos, matices, escapó de mis manos y besó la dura tarima del vagón. Lo cojo e, instintivamente, hojeo las páginas. Las letras siguen en su sitio, supongo que la historia también.
Aún adormilado, sin saber reaccionar ante todo lo sucedido, recojo mi pequeño bolso de viaje y me apeo; cuando pongo el pie en el andén me recibe una ligera brisa. El cartelón azul que anuncia el nombre del pueblo recoge un topónimo, cuya lectura provoca en mí una sensación entre la incredulidad y la violencia: SAN ESTEBAN DE MIRRA. El pueblo del que salí hace ya unos años, y al que prometí no volver. No sabía que este tren pasara por aquí.

miércoles, 6 de marzo de 2013

VII MEDIO MARATON DE MERIDA

Llegando a la meta
El dolor es pasajero, el orgullo es para siempre. Esa frase la llevaba escrita en su camiseta un chico que me adelantó en el kilómetro 9 del Medio Maratón de Mérida, que se disputó el pasado domingo día 3 de marzo. 
El orgullo volvió a salir, la ilusión por una carrera volvió a nacer. Después de Getafe, de las nefastas sensaciones vividas, que tuve, me puse esta prueba como un hito en el camino. De ella saldrían las decisiones para el resto de temporada. Dos semanas de muy buenos entrenamientos, con bastantes kilómetros, más de 170 en total, me hicieron ver que, inevitablemente, debería mejorar. Y así fue. Pero los dos últimos días aún me notaba tenso, parecía presagiar algo negativo, nuevamente. Pero eso habría que verlo.
La mañana del domingo el reloj suena una vez pasada la barrera de las siete horas, con el sol queriendo salir. La ropa estaba preparada desde la noche anterior. La mochila contenía todos los elementos a utilizar, y que serían usados dependiendo de las condiciones meteorológicas reinantes; así llevaba camiseta de manga corta, calcetines largos, guantes, y hasta una gorra, porque el día amenazaba agua.
Tras reunirnos todos los compañeros que habiamos quedado para esta carrera, y una vez distribuidos en los vehículos emprendimos viaje hacia la capital del Imperio Extremeño; alguna gota que chocaba contra los cristales del coche daba lugar a pensar que el agua estaba más cerca de lo que las predicciones habían recogido. Un alto en el camino para tomar café, y después hacia la Emérita Augusta.

domingo, 17 de febrero de 2013

CARNAVAL 2013


Ya han pasado, ya se han celebrado, los Carnavales de Navalmoral de la Mata. El frío ha hecho acto de presencia en prácticamente todos los días, salvo el miércoles, justo cuando se acababan, manda narices. Hasta el agua nos visitó, antes de lo previsto, el domingo.
Volver a destacar la imaginación, el trabajo, el despliegue de las peñas, el esfuerzo hecho para salir y dar lo mejor de sí con las condiciones climatológicas adversas habidas.
Los Carnavales de Navalmoral de la Mata, de los que no se habla a nivel nacional, en ningún medio de comunicación, han vuelto a demostrar que son y seguirán siendo grandes, a pesar de decisiones que se tomen, porque el Carnaval moralo le hacen los hombre y las mujeres, las peñas, que son los que dan vida e impulso a esta fiesta.
Otro hecho a destacar la presencia en agrupaciones y peñas con antigüedad de jóvenes, de niños, casi bebés, desfilando, lo que garantiza la continuidad de la fiesta grande morala.
Y, por otra parte, destacar el carnaval nocturno del lunes, que es el que mantiene la esencia del carnaval originario de este pueblo, con sus reivindicaciones, con la caricaturización de los hechos de la vida actual, donde grupos con ganas de diversión, y de mostrarse a los demás salen a desfilar.
Pero, como siempre, en este pueblo, en este nuestro país, siempre surgen las envidias, los recelos, los ataques, y cuando alguien gana, ya salen los demás a atacarlo, a criticarlo, a vilipendiarlo, que si el traje no es original, que si este detalle o aquel no es vuestro, en fin, lo de siempre.